Todo lo que pierdes cuando no tomas leche
En Gracias a la Leche nos interesa contarte por qué es tan importante que las personas consuman leche y productos lácteos durante todo el ciclo vital, como un alimento saludable y fundamental en una dieta balanceada.
El artículo “Todo lo que pierdes cuando no tomas leche” publicado por ElMundo.es nos cuenta que durante años, el consumo de leche se ha considerado como un elemento distintivo de las sociedades más avanzadas.
Según la FAO, el consumo de leche per cápita en los países en desarrollo se ha duplicado desde 1960. En Chile ha aumentado de 77 litros en 1985 a 145 que es el consumo actual. Este drástico aumento de consumo no es de extrañar, dado que su fórmula mágica le permite convertir una dieta precaria en una alimentación completa y equilibrada. La leche es oro blanco en nutrición. Y un oro muy barato para su alto valor biológico.
Según el artículo, la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética (ENIDE) hecha en España arrojó resultados preocupantes: Entre un 20% y un 30% de la población realiza una ingesta insuficiente de calcio. El informe atribuye este déficit directamente al escaso consumo de lácteos y lo compara tomando como referencia a la población de Holanda, que gracias a su elevado consumo de leche y derivados, disfruta de un nivel de calcio también más elevado.
En Chile el actual consumo de productos lácteos es inferior al 40% de lo recomendado en prácticamente todos los grupos de edad, según señala el artículo publicado en 2014 “Las 11 recomendaciones para una dieta apropiada y un estilo de vida sano” de Nutrición y Vida.
El calcio es el mineral más abundante en el cuerpo humano. Contribuye a la mineralización de los huesos y de las piezas dentales, además de regular algunas funciones celulares. Las carencias están directamente relacionadas con la osteoporosis, el cáncer, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.
Aunque existen distintas variaciones en función del sexo y la edad, la cantidad diaria recomendada (CDR) es de unos 800 mg. Desde luego, en la dieta mediterránea el aporte de calcio está repartido entre distintos alimentos, pero ninguno de ellos se aproxima al nivel de la leche: sólo un vaso contiene unos 300 mg.
Sin embargo, no sólo es importante la cantidad de calcio que aporta un alimento, sino la cantidad estimada de calcio absorbible. En este sentido, los alimentos de origen vegetal tienen, en general, una cantidad inferior a la obtenida a través de los derivados lácteos.
Si la leche aporta tantos beneficios evidentes, ¿por qué cae su consumo? Uno de los factores más curiosos es la propagación de teorías inciertas en las redes sociales, como la idea de que, siendo el hombre el único animal que consume leche tras terminar su periodo de lactancia, este consumo debe ser contra natura. Ciertamente es el único con capacidades ganaderas.
La intolerancia a la lactosa es también un freno, especialmente en algunas regiones del mundo, donde es habitual no disponer de la enzima adecuada para digerirla. El mercado lácteo, sin embargo, ha evolucionado lo suficiente como para ofrecer productos libres de lactosa, terminando con este problema.
Mientras el consumo de leche baja, el de jugos y bebidas vegetales, sube. Aunque un vaso de leche y otro de bebida vegetal sean blancos y supongan el mismo aporte energético, la distancia es abismal. La leche contiene más de doscientos ácidos grasos distintos, y proteínas de altísima calidad, nada parecidas a las vegetales.
Para asegurar un aporte nutricional adecuado, sería suficiente con incorporar a la dieta tres raciones de lácteos al día, especialmente si ésta está enriquecida con fósforo, calcio y vitaminas D y K. Cualquier miembro de la familia, al margen de su edad, sexo y condición, vería satisfechas sus necesidades de calcio y minerales básicos.
Finalmente, el artículo menciona que “la ingesta adecuada de calcio, obtenida fundamentalmente a través del consumo de leche y de productos lácteos, conjuntamente con un estatus adecuado de vitamina D, se asocia a una mayor densidad ósea, a un menor riesgo de fracturas en la población adulta y a una menor pérdida de masa ósea en las mujeres postmenopáusicas”. La leche es, por tanto, un alimento fundamental en nuestra alimentación, cuya exclusión puede provocar toda una serie de problemas y carencias para nuestra salud.
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Fuente: www.elmundo.es