30 años de I+D: Lechería chilena apuesta exitosamente por un modelo bajo en emisiones

Chile está consolidando un modelo de sustentabilidad para la producción lechera que combina investigación aplicada, colaboración con el sector productivo y transferencia tecnológica en predios. La propuesta—que se centra en reducir emisiones y pérdidas de los sistemas ganaderos—será expuesta por el investigador Francisco Salazar del INIA Remehue durante el IDF WDS (World Dairy Summit) 2025, la cumbre mundial del sector lechero, que se realizará el próximo mes en Santiago y pone el acento en el vínculo I+D–industria como motor de cambio.

El IDFWDS2025 es convocado por la Federación Internacional de Lechería (IDF-FIL) y tendrá lugar en el Hotel InterContinental entre el 20 y 23 de octubre bajo el lema “Nutriendo un mundo sostenible”, y reunirá cerca de mil participantes de 40 países, entre investigadores, productores, líderes empresariales y representantes de organismos internacionales.

“Voy a exponer dentro de un bloque que se llama: Lecherías Bajas en Emisiones donde quiero destacar el vínculo que se ha formado entre la investigación y desarrollo y la industria lechera, en que hemos trabajado en conjunto con una agenda de sustentabilidad”, adelanta Salazar, quien es ingeniero agrónomo e investigador de Medio Ambiente y Ganadería en INIA Remehue (Osorno).

El itinerario que sostiene este enfoque no es reciente. “Partimos hace 30 años trabajando en el tema ambiental”, resume Salazar. Durante ese período, el equipo probó distintos fertilizantes, evaluó cómo afectan los purines (residuos líquidos o semi líquidos) de la lechería en las emisiones y ensayó “medidas de mitigación que pueden reducir esos impactos, una línea de trabajo que hoy permite entregar datos locales a una demanda creciente de evidencia.

Entre los avances, el investigador subraya resultados a nivel de ensayos: reducciones de hasta un 50% de la volatilización de amoníaco mediante inhibidores y disminución de óxido nitroso en el uso de fertilizantes.
Esta información se ha compartido con productores a través de charlas, seminarios y días de campo.

El trabajo ha generado evidencia propia y soporte para la política pública. “Hemos generado factores locales de emisión y también ido mejorando el inventario nacional de gases de efecto invernadero, en el cual participamos como INIA”, afirma Salazar, quien destaca además que el equipo levanta la parte agrícola del inventario, lo que ha permitido estimar que el sector agropecuario aporta solo con el 8,3% de los gases de efecto invernadero. El trabajo realizado ha contribuido a instalar la temática ambiental en la agenda del país, y en especial del Consorcio Lechero y de Fedeleche.

La articulación público–privada aparece como el sello del caso chileno. “Quiero valorar la vinculación que ha habido del sector público–privado y la investigación”, dice el investigador, quien presentará esta experiencia como un caso para seguir: “la gracia de ser un país pequeño es que nos conocemos y terminamos todos vinculándonos”. En esa línea, recuerda la elaboración de un plan de sustentabilidad ambiental para el sector bovino con gremios, productores y sector público.

Otro hito es el programa Chile Origen Consciente del Minagri y que es impulsado por el Consorcio Lechero, el cual ha auditado a 200 predios lecheros y a más del 80% de la industria procesadora láctea chilena.

A este andamiaje se suman instrumentos sectoriales. “En el 2006 partimos con el primer Acuerdo de Producción Limpia en el sector lechero para la ex Décima Región—luego suscrito por Los Ríos—que permitió diagnosticar problemas y acordar mejoras con mirada de largo plazo”, recuerda Salazar. También detalla el origen del Consorcio Lechero, el cual comenzó como un proyecto coordinado por el INIA junto a la Universidad Austral y reunió a distintos actores para definir pilares de desarrollo, entre ellos la sustentabilidad ambiental.

La colaboración se ha extendido asimismo a convenios con industrias, orientados a optimizar sistemas de producción y reducir pérdidas hacia el ambiente. Salazar enfatiza que el tema ambiental hoy es prioritario para productores e industria, en sintonía con lo que ocurre en otros países. A su juicio, el ecosistema nacional—compacto y con actores interconectados—ha facilitado esa convergencia.

Salazar asegura categórico que los productores ya incorporaron la sustentabilidad a su trabajo cotidiano—“Definitivamente”—, aunque no da por cerrada la agenda: “Siempre se va a requerir más fondos para investigaciones. El presupuesto del PIB para ciencia es 0,4 [%] versus países desarrollados que andan cerca del tres”.

En paralelo, recomienda reforzar la transferencia tecnológica para “llegar con los mensajes claros a los productores” según las particularidades de cada zona.

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