El estrés térmico es un desafío recurrente en la producción lechera, especialmente durante la temporada estival. Enrique Bombal, miembro del Comité de Bienestar Animal del Consorcio Lechero, explicó en diario La Tribuna que las altas temperaturas reducen la eficiencia de las vacas, afectando su producción de leche y su capacidad reproductiva.
«El estrés térmico comienza cuando la temperatura supera los 22°C, especialmente si la humedad relativa del aire es superior al 50%, una condición frecuente en la zona centro-sur del país durante el verano», señaló Bombal. Este fenómeno altera el comportamiento de los animales, genera caídas en la producción de leche y disminuye la eficiencia en el uso del alimento, lo que significa que por cada kilo de pasto consumido, las vacas producen menos leche.
Otro de los problemas detectados es la baja en la eficiencia reproductiva. «En época estival, les cuesta más quedar preñadas», agregó el especialista. Esto impacta directamente en la rentabilidad de los sistemas productivos, pues la reducción en la tasa de preñez compromete la planificación de los períodos de producción.
MEDIDAS PARA MITIGAR EL IMPACTO DEL CALOR
Para enfrentar este problema, los productores deben aplicar medidas de bienestar animal que ayuden a la termorregulación del ganado. Entre ellas, Bombal destacó la importancia de proporcionar acceso a sombra durante las horas de mayor temperatura, lo que reduce la radiación solar y ayuda a estabilizar la temperatura corporal de las vacas.
MEDIDAS PARA MITIGAR EL IMPACTO DEL CALOR
Para enfrentar este problema, los productores deben aplicar medidas de bienestar animal que ayuden a la termorregulación del ganado. Entre ellas, Bombal destacó la importancia de proporcionar acceso a sombra durante las horas de mayor temperatura, lo que reduce la radiación solar y ayuda a estabilizar la temperatura corporal de las vacas.
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«El agua debe estar siempre disponible en cantidad y calidad», enfatizó. Además, recomendó el uso de ventilación mecánica y sistemas de aspersión de agua sobre el cuerpo de los animales en las salas de ordeña o pistas de alimentación. Estas estrategias han demostrado ser efectivas para mantener los grados de temperatura dentro de rangos normales.
En las últimas décadas, el cambio climático ha modificado los patrones de estrés térmico. «Hace 10 o 15 años, las horas más críticas se concentraban en ciertos momentos del día. Hoy, en regiones como Biobío, pueden extenderse por gran parte de la jornada», advirtió Bombal. Esto obliga a los productores a replantear sus estrategias de manejo y a invertir en infraestructura que garantice el bienestar de los animales durante todo el día.
IMPACTO ECONÓMICO Y FUTURAS ADAPTACIONES
La pérdida de producción lechera asociada al estrés térmico ha aumentado considerablemente. Un estudio realizado en conjunto por el Consorcio Lechero, la academia, laboratorios especializados y otros gremios, evidenció que las pérdidas en Biobío han pasado de 200 gramos de leche diarios por vaca entre 2010 y 2015, a cifras que actualmente oscilan entre 2,3 y 6,9 litros por día.
«El estrés térmico es una variable cada vez más importante a la hora de evaluar la rentabilidad de los sistemas lecheros», advirtió Bombal. Frente a este escenario, los productores deberán seguir avanzando en la implementación de tecnologías y manejos que mitiguen los efectos del calor sobre el ganado, asegurando así la sostenibilidad del sector.
DATOS DE INTERÉS
– Temperatura crítica: El umbral de estrés térmico en vacas lecheras comienza a los 22°C con humedad relativa del 50% o más.
– Pérdida de producción: En Biobío, las vacas pueden perder entre 2,3 y 6,9 litros de leche diarios debido al estrés térmico.
– Eficiencia reproductiva: Las altas temperaturas dificultan la preñez en vacas, afectando la planificación productiva.
– Soluciones clave: Sombra, acceso constante a agua de calidad, ventilación mecánica y aspersión de agua han demostrado ser medidas efectivas para mitigar el estrés térmico.