¿Cómo producir leche en veranos cada vez más desafiantes? En secano, sin riego, se hace difícil y, a través del ensayo con una asociación de especies forrajeras tolerantes a la sequía, buscarán entregar un paquete tecnológico a los productores ganaderos.
Las mezclas de especies como las hierbas forrajeras, leguminosas y gramíneas en una pradera para la producción ganadera es denominada pradera polifítica y hoy es investigada a través de un proyecto desarrollado en la Estación Experimental Oromo en Purranque, que fue presentado a productores en un día de campo.
“Desarrollo de un paquete tecnológico para el establecimiento y utilización de praderas polifíticas con especies forrajeras tolerantes a la sequía”, es el nombre del proyecto ejecutado por investigadores de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile y de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, con el apoyo de Barenbrug y de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID.
En el estudio se evaluaron 4 mezclas distintas, una de ballica perenne y trébol, y 3 de distintos porcentajes de gramíneas, leguminosas y hierbas forrajeras, las que fueron sembradas en 96 parcelas experimentales con distintos criterios de corte (intensidad y frecuencia).
En esta primera temporada, se constató que las praderas polifíticas o multiespecies presentaron menores contenidos de fibra y mayores aportes de energía metabolizable, lo que fomentaría la ingesta de una dieta de mejor calidad en los animales. A la vez, 2 mezclas polifíticas registraron producciones de 11.380 y 11.717 kilos de materia seca en comparación con la mezcla tradicional de ballica perenne y trébol blanco de 10.200 kg MS.
El investigador de la Universidad de Chile, Dr.Luis Piña, dice que este trabajo puede tener una muy buena proyección en el sur de Chile. “Buscamos que más productores puedan sumarse a la utilización de praderas polifíticas que puedan incorporar estas especies que son más tolerantes al déficit hídrico y que, por lo tanto, dependan menos del riego o que puedan utilizar el riego disponible de mejor manera: en cultivos forrajeros o en alguna praderas de rotación corta que sea mucho más productiva que estar regando una pradera permanente, donde la eficiencia del uso de esa agua va a ser mucho menor en comparación de lo que podría ser el riego de alguna suplementaria”.
En estas parcelas se establecieron especies que, asociadas, podrían dar un muy buen resultado en verano. “hay muchos productores que las establecen por separado y nosotros probamos la mezcla porque hay muchos efectos sinérgicos entre una y otra especie. Hay un mayor reciclaje de nutrientes; el aporte que pueda hacer la leguminosa en nitrógeno puede ayudar a las gramíneas asociadas. Hay un aprovechamiento mucho más integral de los recursos y una mayor biodiversidad dentro de la pradera y ello nos permite que este tipo de praderas soporten mejor condiciones climáticas adversas”.
Finalmente, Piña dijo que la información preliminar los deja muy contentos. “Ya hemos visualizado que al menos en el primer año de producción, tenemos una mayor productividad en estas praderas polífíticas en relación a la mezcla de ballica con trébol, con una mejor calidad nutricional. Suponemos, porque estamos en la etapa de prueba agronómica, que esto se va a ver reflejado una vez que llevemos a pruebas con animales, en una mayor producción y en una mayor posibilidad de incrementar la carga animal en los campos”.
Los resultados parciales, a la fecha, indican que las praderas multiespecies son una excelente alternativa a la mezcla tradicional de ballica perenne y trébol blanco, presentando mayor valor nutricional en períodos de déficit hídrico, mayor potencial productivo en las estaciones más críticas y una mayor producción anual. En este sentido, el mensaje presentado por los investigadores es que se requiere continuar investigando esta alternativa productiva y evaluar su comportamiento en el mediano y largo plazo, ya que sólo se analizó el primer año desde el establecimiento.
La investigadora de la Universidad de Concepción, Dra. Verónica Merino, valoró los resultados de este proyecto Fondef-IDEA, de praderas polifíticas compuestas por más de 5 especies comparadas con praderas tradicionales de sistemas de producción de leche y carne que son altamente vulnerables al cambio climático, “por lo que hay que entender no sólo los aspectos productivos, sino cómo incide el manejo de defoliación sobre la calidad y valor nutricional sobre estas praderas, donde vimos que en general las frecuencias más prolongadas entre cortes, hacen que disminuya el contenido de energía metabolizable y aumenten la fibra detergente neutra, lo cual reduce el valor de las praderas”. Esto fue particularmente importante en la pradera tradicional, por eso, la invitación es a probar mezclas de praderas, dijo, para obtener recomendaciones de mezclas y del manejo, lo que se dará a conocer en marzo.
Claudia Mella, docente de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile y administradora de la Estación Experimental Oromo de esta universidad, explicó que a través de este proyecto será posible contar con una pradera verde en verano, en que su sistema es estacional con partos de invierno. “Como no tenemos una pradera suplementaria en verano, tratamos de que los partos sean concentrados en esa época, para poder producir la máxima cantidad de leche a favor de la curva de crecimiento de los pastos en esta zona”. El peak se produce en octubre, lo que coincide con el crecimiento máximo de la pradera, con una curva de lactancia que va declinando a favor de la época estival.
“Mantener praderas verdes en verano nos ayudaría a que esta curva de producción de leche pudiese ser más estable en el tiempo, proyectar las lactancias, tener lactancias ojalá de 280 días; disminuir el período seco en el cual las vacas están improductivas y que no sea más allá de 60 días. Es sabido que un período seco más extenso produce en el animal una disminución en el consumo al inicio de la lactancia, por lo tanto, proyectar las lactancias y que la máxima cantidad de vacas tenga lactancias de 280 días sería ideal para un sistema estacional como el que hay en Oromo desde junio a mayo”, cuenta la investigadora.
Una pradera polifítica les aportará, explica, una variedad mayor de especies forrajeras, lo cual permite ir viendo cuáles son las que permanecerán más verdes durante el verano. “Ahí hay un juego dentro de las mezclas y estamos buscando descubrir cuál es la mejor mezcla que pueda permanecer más verde en el tiempo, con una buena producción, proyectar la pradera para que sea persistente en el tiempo, quizá con una regeneración, pero manteniendo estas especies que sean tolerantes al estrés hídrico del período estival”.
La Coordinadora del Área de Producción de Leche del Consorcio Lechero, Alejandra Viedma, destacó esta investigación, ya que “nos puede entregar un paquete tecnológico valioso para productores de leche que no tienen disponibilidad de riego, con una mirada de sustentabilidad. Continuaremos apoyando y difundiendo los logros de este proyecto, donde participa la Estación Experimental de Oromo, con quienes tenemos un convenio de colaboración”.