La improvisación en la alimentación diaria de las familias chilenas está conspirando contra la ingesta de nutrientes de alto valor biológico, entre ellos los lácteos, según advirtió el director del Observatorio Nutricional, nutricionista y académico de la Universidad Finis Terrae, Óscar Castillo. El investigador añadió que los hábitos de padres y madres podrían tener profundos efec-tos en la salud de la población en las próximas décadas.
El análisis llega después de la publicación de un estudio elaborado por el Observatorio Nutricional, y que reveló un sostenido aumento en el “nivel de improvisación” en la cocina, un pará-metro que se explica porque los almuerzos y cenas de niños y niñas se adaptan en función de los productos almacenados en ese momento en el refrigerador. Hasta un 60 por ciento de los padres chilenos dice no planificar las comidas de la semana.
“Muchos de ellos lo explican por el alza en el precio de los alimentos y afirman que comer sano es algo muy costoso. La gente prepara hoy lo que tiene a la mano o compra en el momento. La falta de planificación va totalmente en contra de una alimentación saludable.”, señaló el también integrante del Comité Científico de Lácteos, una instancia que agrupa a académicos de distintas universidades chilenas y cuyo objetivo es contribuir con evidencia científica en la materia.
Entre 2022 y 2024, la cifra subió desde un 51 por ciento a un 60 por ciento. Mientras, un 44 por ciento de los entrevistados reconoció que eran los propios hijos quienes decidían los alimentos que compraban para ellos. También se advierte un incremento en el uso de pantallas al mo-mento de comer: hasta un 70 por ciento de niños de dos a cinco años mantiene frecuentemen-te este hábito, que del mismo modo perjudica la calidad de su descanso.
“El uso de pantallas influye en que no son conscientes de lo que comen, por lo tanto, el hambre me vuelve más rápido. Si yo disfruto de un plato, converso, me lo tomo con calma, voy a estar satisfecho por más tiempo. Es preocupante la cantidad de horas que pasan frente a estos dispositivos y más aún que lo hagan al momento de alimentarse. La recomendación de la Or-ganización Mundial de la Salud es que en esa edad, los niños no utilicen pantalla”.
Sumado a esto, añadió el especialista, se observa igualmente un acotado número de horas de actividad física: ni siquiera se alcanza la mitad del número de horas recomendadas por la OMS: siete a la semana. A juicio de los investigadores, es un tema que también tiene relación con las características socioeconómicas de las familias: en los niveles altos, los colegios tien-den a ofrecer mayor cantidad de talleres deportivos que brindan la posibilidad de revertir esa brecha.
El informe, elaborado por Ipsos para el Observatorio Nutricional Nestlé por niños saludables-UFT, consideró la realización de entrevistas a 600 padres, madres o cuidadores de niños, ni-ñas y adolescentes de entre dos y 15 años. Su promedio de edad fue de 36,8 años y en un 70 por ciento la muestra estuvo compuesta por madres.
Otro de los hallazgos que alarmó a los académicos es la disminución en la ingesta de leche y el alza de las bebidas vegetales y las tendencias “aparentemente saludables”. De acuerdo a los datos recopilados por el Observatorio Nutricional, los niños toman 1,8 porciones de leche al día, una cifra insuficiente tomando como referencia las tres dosis recomendadas por múltiples organismos.
“Ni siquiera alcanzamos a llegar a las dos porciones, que uno esperaría que sea lo mínimo. Esto va de la mano con una tendencia preocupante, que es el aumento en la ingesta de bebi-das vegetales, en un contexto en que los padres optan por un menor consumo de alimentos de origen animal, en contraste con el alza en la presencia de una dieta basada en plantas, bá-sicamente por considerarla saludable”, señaló Castillo, director de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Finis Terrae.
De acuerdo a datos del Consorcio Lechero, Chile es un país de consumo medio respecto a la realidad mundial. Mientras el promedio global es de 117 litros, nuestro país está por sobre los 140 litros per cápita anuales, de acuerdo al reciente informe de Indicadores del sector lácteo chileno, y que recoge también cifras internacionales. Sin embargo, organismos especializados estiman que una ingesta óptima debe superar los 180 litros anuales.
En comparación, naciones nórdicas de elevados niveles de desarrollo humano, tienen un con-sumo superior a los 240 litros per cápita cada doce meses. La cifra también está por debajo de las recomendaciones de las Guías Alimentarias para Chile, un documento encomendado por el Ministerio de Salud a un grupo de científicos nacionales, y que consideró hábitos, patro-nes y aspectos relacionados con la cultura alimentaria de todo el territorio continental e insular de nuestro país.
“Consumen té en vez de leche”
Tres productos lácteos al día son fundamentales para que niñas y niños en edades tempranas puedan mejorar sus condiciones físicas y cognitivas, recomiendan los autores del libro de di-vulgación científica “Lácteos Nutrición y Salud”, un proyecto del Consorcio Lechero que convo-ca a académicos de universidades locales con el objetivo de aportar evidencia para la salud y alimentación de la población.
Según el nutricionista de la U. Finis Terrae, la disminución de sus indicadores de ingesta se contrapone con el alza en las denominadas bebidas vegetales. Si bien estas pueden tener en su composición los mismos nutrientes que la leche, su capacidad de absorción en el organis-mo es muchísimo menor. “Una cosa es igualarlo desde el punto de vista de los micronutrientes, como calcio o vitamina D, pero algo diferente la calidad de los mismos. No hay ningún punto de comparación”.
“La absorción de estos nutrientes es muy distinta. Si ese calcio no viene de una fuente como los lácteos, no serán asimilados ni aprovechados de la misma forma. Ahí está el gran proble-ma: no es un tema de cantidad, porque podemos echar una enorme cantidad de ellos a un producto, pero su calidad, es decir, cómo viene y su formato químico, es diferente. Podemos encontrar macronutrientes en otros alimentos, como proteínas, que se absorben bastante bien pero no en micronutrientes, que es hoy la dificultad más severa. El 80 por ciento del calcio que requiere una persona proviene de la leche”.
El especialista alertó que el no consumo de lácteos por decisión de los propios niños, a causa de factores como el sabor, debe ser revertido con la preparación de alternativas, tales como postres, sándwiches o ensaladas que integren productos como yogur, queso o quesillo. “Cuando el niño dice que no le gusta la leche a los cinco años, su consumo se termina, y ve-mos que muchos de ellos consumen té o café, pese a que existen numerosas alternativas de preparaciones que los padres, por comodidad, no utilizan. Lo que el niño necesita no es un café, es leche. Está creciendo y sus huesos no se van a desarrollar con un té, sino con lác-teos”.
Los datos del reporte denotan que las familias “se dan por vencidas a la primera y buscan la solución más fácil”, desentendiéndose del problema que están generando en la salud de sus hijos en el largo plazo. “Probablemente –enfatizó– no le están dedicando el tiempo que los ni-ños necesitan. En los papás más jóvenes hay una intención de cambiar, pero los que tienen hijos de más de diez años, podría ser diferente. El gran problema es que eso no le va a pasar la cuenta ahora, sino en 30 años más”.
«Hay que hacer consciencia ahora de que esos errores tendrán impactos en el largo plazo. Algunas cosas, sí, son bastante inmediatas, pero otras, en cambio, se verán en el futuro. Y ahí es dónde dirán, ¿por qué no actué cuando debía para que mi hijo, a los 30 o 40 años, no tenga que tratarse de una hipertensión o diabetes. En el pasado, las mamás servían un caso de le-che blanca y con dos gotas de vainilla era algo exquisito. Hoy hay muchas más alternativas, por ejemplo, leches saborizadas sin azúcar. Son cosas que debemos ir recuperando”.
Efectos de largo plazo
La leche entrega nutrientes que son vitales para el desarrollo normal de huesos y dientes du-rante los primeros años de vida. Es fuente de proteína, y además de calcio, vitamina D y otros micronutrientes, y se estima que puede aportar hasta un 40% de los requerimientos nutriciona-les en la infancia. De hecho, es en esta edad cuando se alcanzan las reservas de calcio para la edad adulta, por ejemplo.
“Lo que la evidencia científica concluye es que un bajo consumo de leche, especialmente en menores de edad en situación de riesgo social, que en Chile no son pocos, además de com-prometerse el crecimiento, afecta la morbilidad infantil, es decir, son más enfermizos, para condiciones respiratorias, infecciosas o digestivas. También hay más ausentismo escolar, lo que perjudica el rendimiento y deriva, finalmente, en la deserción”, señaló el Dr. Rodrigo Valen-zuela, director del Comité Científico de Lácteos y académico de la Universidad de Chile.
En nuestro país, este alimento tuvo un papel protagónico en la erradicación de la desnutrición infantil, así como la prevalencia de anemia por una deficiente asimilación de nutrientes, a través del programa de entrega gratuita de leche Purita en los consultorios, según constataron investi-gadores de la Universidad de Chile en un paper recientemente publicado por la Sociedad Chi-lena de Nutrición. Actualmente, especialistas nacionales han advertido el incremento de mensa-jes errados y desinformación respecto al consumo de lácteos, en un escenario complejo en términos alimentarios.
De acuerdo al reciente mapa nutricional publicado por la Junaeb, para el año 2023, tres de cada cinco alumnos de quinto básico tienen sobrepeso (obesidad) y obesidad severa. Aunque el último estudio reveló un leve aumento (1,8 por ciento) de los niños y niñas con peso normal y una disminución de la obesidad y la obesidad severa (malnutrición por exceso en 2,2 puntos), a nivel nacional la mitad de la población infanto-juvenil tiene algún tipo de problema de sobrepeso malnutrición por exceso.