El consumo de leche aumentará en el planeta un 1,4% cada año, de acuerdo a la OCDE. Organismos internacionales, como Naciones Unidas o la FAO, advierten sobre la necesidad de incrementar la producción de alimentos, especialmente los de alto valor biológico, para una población que se estima alcanzará las diez mil millones de personas a 2050.
Todo esto en el contexto de la crisis climática. Es decir, el mundo necesita producir más, con menor huella de carbono.
En Chile, la industria lechera –la principal actividad económica en dos regiones del país, con predios productores desde Valparaíso a Los Lagos y 2.300 millones de litros procesados cada año– trabaja en la incorporación de tecnología para garantizar la seguridad alimentaria de los lácteos en la era del calentamiento global, además en técnicas de producción de menor impacto a todo nivel.
La estrategia del sector es avanzar hacia la consolidación de un sistema nacional de producción sustentable, que integre a pequeños, medianos y grandes empresas, y a toda su cadena productiva, asegura Octavio Oltra, gerente general del Consorcio Lechero.
Entre las innovaciones destacan salas robotizadas para ordeña de vacas con robots, sensores automatizados para detectar la calidad de la leche y la salud animal, fertilización inteligente de predios vía drones y forraje que genera una menor emisión de gases por la alimentación de los planteles.
“El sector lácteo es bien diverso y es parte de nuestra raíz cultural y rural. Los pequeños productores han crecido en número de animales, y son hoy importantes en su aporte al sector. Estamos enfocados en que todas las acciones de sustentabilidad e innovación tecnológica incorporen a todos los tipos de productores”.
El representante del organismo sectorial expone que han impulsado convenios con el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) para transferir innovaciones tecnológicas a los productores de menor envergadura. Del mismo modo, productores de todas las envergaduras son parte de un reciente programa de certificación de sustentabilidad de predios lecheros, y cuyo objetivo es reconocer los aspectos positivos del sector y resolver brechas para un proceso más sustentable en su convivencia con el entorno.
El Consorcio Lechero destaca que ocho de cada diez predios productores del país garantizan el pastoreo de vacas y que en un alto porcentaje han logrado convivir históricamente de manera armónica con el ecosistema. En Chile existen más de 4 mil predios productores (más de la mitad son empresas familiares), con casi el 80% de estos concentrados entre las regiones de Los Ríos y Los Lagos.
Hacia la carbono neutralidad lechera
La producción de lácteos se relaciona con once de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Octavio Oltra, gerente del Consorcio Lechero, destacó que la industria local, inserta en el mercado mundial, debe seguir fortaleciendo mejoras en todos los eslabones de la producción con el reto de llegar a ser un sector carbono neutral en el mediano plazo.
“La sostenibilidad es hoy un imperativo para cualquier industria, en especial para aquellas relacionadas con la producción de alimentos. Para el sector lechero nacional, que cada año nutre a nuestra población, exporta más de 280 millones de litros y genera miles de empleos, principalmente en la zona sur del país, impactar positivamente en términos económicos, sociales y ambientales es fundamental para la viabilidad futura del negocio”, afirmó Oltra.
Las innovaciones impulsadas por el sector van en dos direcciones. Por una parte, con la incorporación de soluciones tecnológicas a los procesos productivos; y por otro, con técnicas de manejo de predios y animales que tienen la finalidad de gestionar de mejor forma la convivencia con el entorno y reducir la emisión de gases de efecto invernadero a partir de, por ejemplo, la alimentación animal.
Para ello se han introducido nuevas metodologías de pastoreo, con disponibilidad de forraje que influye en el metabolismo animal (lo cual minimiza la huella de carbono de los planteles productivos), y técnicas de manejo de los ecosistemas relacionadas con la agricultura de precisión. Allí destacan estrategias para la aplicación de fertilizantes a través de drones, guiados por GPS, el uso de productos elaborados a partir de recursos naturales, la introducción de técnicas de pastoreo regenerativo y la inversión en nueva maquinaria agrícola.
Desde el Consorcio Lechero destacaron que hay un avance sustancial en el manejo y conservación de los ecosistemas y en el pastoreo de los animales, que apuntan a tener mejores condiciones de suelo para garantizar la producción de los animales.
“En el caso de los fertilizantes, por ejemplo, que son los alimentos que necesitan las plantas, se han incorporado productos naturales como los desechos de vacas, que es un fertilizante natural, y otros biofertilizantes que permiten que la planta crezca de mejor forma y las condiciones del suelo se mantengan de una mejor forma. El propósito detrás de esto es mantener la biodiversidad de los suelos y evitar al mínimo el uso de productos químicos”.
Del mismo modo, la conservación de la vegetación en torno a los predios es también un factor para reducir la huella de carbono, ya que al preservar las condiciones de la flora de las zonas productoras garantiza que árboles y plantas actúen como captadores de Co2. “Al potenciar estas características, y contribuir a la conservación de las praderas y la flora nativa, logramos que algunos predios incluso alcancen un balance cero o incluso sean carbono negativos”.
Tecnología sustentable
En términos de incorporación de herramientas tecnológicas, una de las más novedosas es la robótica. Desde el Consorcio Lechero explican que estas soluciones tienen bastantes ventajas, aunque son complementarias a otras opciones en la producción de lácteos. A través de la automatización se resuelven aspectos relacionados con la falta de mano de obras, y se contribuye a que la existente avance hacia mayores grados de especialización.
“En el caso de la ordeña, la automatización o el uso de robots permite tener leche de buena calidad y mantener la extracción voluntaria por parte del animal en la mayoría de los casos. Tiene efectos positivos en la calidad de la producción, pero también en el manejo de la leche y en el análisis de la salud del animal. El nivel tecnológico de las salas de ordeña avanza hacia altos niveles de sofisticación, lo que también se relaciona con una mayor eficiencia”, plantea Oltra.
Hoy, productores de distinta envergadura han incorporado herramientas de automatización. En algunas, las salas de ordeña son automatizadas de forma completa, solo con robots; y en otros, semiautomatizadas, manteniendo al humano en las labores más especializadas. La automatización también se utiliza en aspectos relacionados con el riego de los predios, un factor importante en términos de producción industrial en el contexto de una menor disponibilidad hídrica incluso en el sur de Chile.
El ejecutivo del organismo sectorial afirma que la tecnología “es una herramienta para que el sector cumpla sus objetivos de desarrollo sustentable, y se proyecte en el tiempo. Por eso, estamos implementando de forma permanente mejores condiciones para los productores, predios, trabajadores, animales, suelos… sin una mejora continua de todo el ciclo de producción, con nuevas tecnologías y siendo los mejores en lo que hacemos para el cuidado del entorno, no podemos proyectarnos al futuro”.
Alimento vital del siglo
En el contexto de un planeta sobrepoblado y con crisis climática, el cultivo y producción de alimentos será crítico. Solo subsistirán aquellos productos que tengan un impacto acotado, tengan un efecto virtuoso en el entorno y proporcionen nutrientes fundamentales para los seres humanos. Según Oltra, la industria lechera chilena está en vías de preparación para responder con solidez a este desafío.
A través de su programa Gracias a la Leche, el Consorcio Lechero ha trabajado con la comunidad científica de universidades chilenas para proporcionar evidencia respecto a la importancia del consumo para la población. Esto es principalmente importante en relación al futuro de la salud, los cambios demográficos, la prevención y manejo de enfermedades crónicas no transmisibles y problemáticas como la malnutrición infantil.
Recientemente, por ejemplo, Chile incorporó una nueva regulación para fortificar la leche con vitamina D, uno de los nutrientes fundamentales para las personas, y cuyos niveles se encuentran descendidos en todas las regiones del país.
Rodrigo Valenzuela, académico del INTA de la Universidad de Chile, parte del comité científico del programa Gracias a la Leche y editor del libro “Lácteos, Nutrición y Salud”, un documento en el que investigadores locales aportan información científica sobre el tema, señala que la leche es un alimento relevante para revertir el déficit de nutrientes de alto valor biológico en la población.
“Lo que la evidencia científica concluye es que un bajo consumo de leche, especialmente en menores de edad en situación de riesgo social, que en Chile no son pocos, además de comprometerse el crecimiento, afecta la morbilidad infantil, es decir, son más enfermizos, para condiciones respiratorias, infecciosas o digestivas. También hay más ausentismo escolar, lo que perjudica el rendimiento y deriva, finalmente, en la deserción”, dijo el Dr. Valenzuela.
La FAO considera la leche y sus derivados como un alimento sustentable para la humanidad debido a dos factores: el bajo impacto de sus procesos productivos en relación a otras industrias; y el aporte de nutrientes de alto valor biológico para la salud. Pese a su capacidad productiva y el alza experimentada en los años recientes, Chile está por debajo de las recomendaciones internacionales en consumo y lejos del que registran los países desarrollados.
Nuestro país produce anualmente 2.650 millones de litros y genera 230 mil toneladas de quesos, leches en polvo y otros derivados. Pese a este potencial, el consumo per cápita promedio de la población nacional (160 litros) es inferior al indicador sugerido por la FAO (187 litros). Algunas naciones europeas bordean los 300 litros por habitante al año y el promedio de los países desarrollados es cercano a los 250 litros.
“La sustentabilidad es fundamental en cualquier sector, pero especialmente en rubros relacionados con los alimentos. La tendencia internacional apunta a desarrollar sistemas de producción que sean sustentables en su conjunto: nutricionalmente valiosos, que convivan de manera respetuosa con el medioambiente, que minimicen la generación de emisiones y además apoyen la economía local y a las personas”, concluyó Octavio Oltra