Estudio con casi 5 mil participantes revela que aquellos que consumen la cantidad diaria recomendada tienen dietas más equilibradas y optan menos por alimentos poco saludables.
La calidad de la dieta entre los jóvenes universitarios es un tema que ha generado preocupación debido a los malos hábitos alimenticios observados en esta etapa de la vida. Saltarse comidas, consumir comida rápida y una alta ingesta de bebidas azucaradas son algunos de los problemas comunes.
Sin embargo, un reciente estudio internacional el que participó el doctor Samuel Durán, miembro del Comité Científico del Programa Gracias a la Leche del Consorcio Lechero y director del Magíster en Salud Pública de la Universidad San Sebastián, concluye que el consumo de lácteos tiene un impacto positivo en la calidad de la dieta y en la salud general de los estudiantes universitarios.
La muestra incluyó a 4.880 estudiantes universitarios de 11 países latinoamericanos. La evaluación, en proceso de ser publicada en una revista científica internacional, mostró que el 66% consumía al menos una porción de lácteos al día, lo que fue considerado una señal positiva.
La encuesta online reveló además que aquellos que consumían tres raciones diarias, la recomendación nutricional vigente, mostraban hábitos alimentarios más saludables. “Los estudiantes que consumen tres porciones diarias de lácteos desayunan con mayor frecuencia y tienen cenas más saludables, que incluyen frutas y verduras”, señaló el doctor Durán.
Además, quienes consumían lácteos regularmente también realizaban más actividad física, bebían menos alcohol y seguían una dieta más equilibrada, incluyendo mayor consumo de frutas y verduras. “El consumo de lácteos puede ser un marcador de una alimentación saludable, ya que está vinculado con el consumo de otros alimentos nutritivos a lo largo del día”, explicó Durán.
Diferencias regionales
El estudio mostró que Uruguay, Chile y Argentina se encuentran entre los países con mayor consumo de lácteos. En el primero de ellos más del 50% de los estudiantes universitarios consumen las tres porciones recomendadas, mientras que en los dos siguientes los que tenían ese hábito al menos llegaban a 30 por ciento.
En cambio, en países como Ecuador y Guatemala, el consumo era significativamente menor. «En los países de mayor ingreso, los estudiantes tienen mejor acceso a lácteos y mayor apoyo familiar en cuanto a los hábitos alimentarios”, explicó Durán. “En general, los países del sur tienen buen consumo, mientras que los países hacia el norte, excepto Costa Rica, tienen bajo consumo”.
Una de las conclusiones más relevantes del estudio es la relación entre el consumo de lácteos y la prevención de enfermedades crónicas. Según el académico, una mejor calidad de la dieta está asociada a un menor riesgo de desarrollar enfermedades como hipertensión, enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer. “Es crucial mejorar la calidad de la dieta de los jóvenes universitarios, ya que esto puede ser un indicador de su salud futura», asegura.
El doctor también señaló la importancia de los hábitos alimentarios en esta etapa, donde los jóvenes están formando costumbres que influirán el resto de sus vidas. “Aunque sean estudiantes de derecho, ingeniería o arquitectura, estos futuros profesionales tomarán decisiones que afectarán a su salud y potencialmente influirán en las políticas públicas de alimentación», comentó Durán.
Políticas públicas y entornos universitarios
Durán destacó justamente la necesidad de políticas públicas para fomentar el consumo de lácteos entre los jóvenes. Actualmente, los entornos alimentarios en las universidades no promueven una dieta saludable ya que la mayoría de los productos disponibles en cafeterías y máquinas expendedoras son alimentos ultraprocesados o bebidas azucaradas. “Se debería favorecer la dieta saludable, restringir, por ejemplo, la presencia de vending de bebida azucarada y comida chatarra, y favorecer el consumo de frutas y ensaladas en los menús”, dice Durán.
Propone, por ejemplo, que las universidades podrían ofrecer más productos lácteos como yogures y leches en máquinas expendedoras, lo que ayudaría a mejorar la calidad de la dieta de los estudiantes. Afirma que si estos productos se vuelven más accesibles y atractivos para los jóvenes, se podría ver un cambio positivo en sus hábitos alimentarios. “Probablemente se necesita un fomentar el consumo de lácteos de este grupo etario, venderlo como algo saludable, entretenido, nutritivo”, destaca.